Hasta el siglo XVI, el Bajío fue una zona fronteriza entre los pueblos civilizados del sur y los grupos cazadores del norte. Finalmente, la cultura mesoamericana se extendió hacia las áridas tierras septentrionales debido a los nuevos asentamientos de agricultores y ganaderos, así como al descubrimiento de las minas de Zacatecas y Guanajuato que aceleraron el surgimiento de las actuales ciudades, incluida, por supuesto, San Miguel de Allende.