Las reglas para sentir la Iglesia deben ser comprendidas en sí mismas, es decir, hay que intentar captar lo que a través de ellas quiso expresarnos San Ignacio al escribirlas. Desde luego, no son unas reglas desencarnadas, ni tomadas de aquí o de allá, que quieran trasmitirnos sólo principios teóricos o morales de los cuales se deriven, por pura aplicación deductiva, las actitudes concretas respecto de la Iglesia, que en todos los tiempos y circunstancias debemos tener. Se trata más bien de la trasmisión de algo vivido, elaborado en la propia experiencia, madurado y hecho objeto de una opción, por parte de un hombre que tuvo que aclararse y tomar una determinada postura personal frente a situaciones muy complejas de su época.
No olvidemos que estas Reglas pertenecen a los Ejercicios y son, como todos ellos, fruto de la experiencia vivida por Ignacio, convertida en pauta orientadora para otra persona -el ejercitante- que busca a Dios a través de una experiencia personal del mismo estilo.