Un escritor inicia un cuaderno con ejercicios para mejorar su caligrafía en el convencimiento de que al mejorarla mejorará también su carácter. Lo que pretende ser un mero ejercicio físico se irá llenando, de modo involuntario, de reflexiones y anécdotas sobre el vivir, la convivencia, la escritura y el sentido, o no sentido, de la existencia. Con una lucidez kafkiana, el discurso deviene inevitablemente en un balance sobre «el espíritu extraviado» de nuestro tiempo. Una obra maestra.Un escritor hace ejercicios de caligrafía a modo de terapia para mejorar su estado de ánimo.Mario Levrero (Jorge Mario Varlotta Levrero) nació en Montevideo en 1940 y falleció en la misma ciudad en 2004. Fue fotógrafo, librero, guionista de cómics y de folletines experimentales, humorista y redactor jefe de una revista de perfil inclasificable. Es autor de las novelas La ciudad (1970), París (1980), El lugar (1984), Dejen todo en mis manos (1996), El alma de Gardel (1996), El discurso vacío (1996) y La novela luminosa (2005); publicó también los libros de relatos La máquina de pensar en Gladys (1970), Todo el tiempo (1982), Aguas salobres (1983), Los muertos (1986), El portero y el otro (1992), Ya que estamos (2001) y Los carros de fuego (2003); asimismo, algunos de sus mejores artículos periodísticos se encuentran en Irrupciones I (2000) e Irrupciones II (2001).
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