"Jaime plantó una bellota, pero...
antes de que pudiese crecer una ardilla la desenterró y la escondió.
Jaime plantó una bellota, germinó y brotó de la tierra, pero..."
Así comienza una sucesión de escenas, narradas de
modo ágil, breve y repetitivo. Una técnica muy
recurrente en los cuentos destinados a primeros
lectores y de gran utilidad para su narración oral, con
la que se pretende implicar al público infantil.
Mantener una estructura narrativa se convierte en una
regla mnemotécnica esencial para que los niños sepan
cómo continúa el cuento.
Porque Jaime no se da por vencido cuando su primera
bellota no crece: planta otra pero los animales la
pisan, mosdisquean los brotes de la que empezaba a
nacer; los niños estropean la planta que germinara
con otra semilla, los leñadores talan el árbol que
llegara a hacerse alto y fuerte... hasta que la enésima
bellora de Jaime se convierte con el paso del tiempo
en un roble robusto que da como fruto... más bellotas.