Maíto es un niño que vive en un poblado gitano. Su padre, Panduro, está en la cárcel. No sabe escribir; por eso se comunican por medio de dibujos donde expresan sus miedos, el deseo de volver a la vida nómada y rural que mantienen algunos miembros de su clan, sus pensamientos, el ansia de libertad, la tristeza por la separación y la soledad de la cárcel. Susana, la profesora del colegio, es testigo mudo de la relación, y de la tristeza del niño por la situación en la que se encuentra su familia. Un día, esa forma de comunicación cambia: Panduro ha aprendido a escribir. Esto decepciona a Maíto: sus conversaciones ya no son especiales, cualquiera puede entender o interpretar su correspondencia. Cuando al fin el padre sale de la cárcel, emprenden una nueva vida en el campo.