Antonio Punto Redondo no es ïaparte de lo peculiar de su nombreï un muchacho fuera de lo común. Al menos, hasta la mañana en que se mira al espejo, y observa aterrado que un lunar que tenía en mitad de la frente se ha desplazado hasta la cejaè Así descubrirá que su lunar no es una simple mancha en la piel, sino un animal capaz de moverse y reproducirse por todo su cuerpo, que incluso salta a las páginas de los libros y se dedica a confundir a los lectores.