Luces de bohemia es la descripción trágica del viaje dantesco
 que, saliendo de su casa, recorre Max Estrella por los infi ernos
 de la vida madrileña hasta su retorno al hogar, sin que consiga
 volver al domicilio donde lo esperan su mujer y su hija. Por la
 sucesión de escenas, de brochazos, Max Estrella camina, avanza
 hacia su agonía refl ejando la miseria del entorno, de una
 sociedad mezquina, egoísta, que solo vive para la vanidad, para
 el ejercicio despótico del poder o para la supervivencia. Pasa de
 un decorado a otro: los lugares que recorre, en los que se
 asienta, visita o muere, exponen la visión carnavalesca de la
 sociedad española, su descripción más honda, porque el espejo
 cóncavo reverbera el escarnio que signifi ca España para Max y
 para cuantos lo rodean.
 Para describir esa verdad profunda que subyace bajo la
 apariencia de los sucesos, Valle-Inclán utiliza un lenguaje
 exclusivo en el que alterna la burla del lenguaje consagrado,
 literario, y lo trufa con el habla popular, con la «lengua baja» de
 hablas que tan pronto se impregnan de mexicanismos, de
 americanismos, como de términos procedentes del caló o voces
 extraídas de los bajos fondos madrileños en un panorama de
 cuadros alternativos y arbitrarios. Es el triunfo del guiñol, la
 farsa, lo estrafalario y lo grotesco: es el esperpento.