La guía que tiene en sus manos cumple su novena edición y sigue fiel a su propósito inicial: dar a conocer la España del vino, una bebida que es también una forma de entender la vida. La alegría de la fiesta, los rituales de la fraternidad, la armonía de los paisajes y la belleza de los pueblos entregados a su elaboración son, en buena medida, fruto de una cultura que vincula a todas las regiones y que no se agota en una copa de buen vino. Más bien al contrario: el vino es el punto de partida y el hilo conductor de una experiencia que la curiosidad del viajero modula a su antojo y de la que forman parte la historia de cada bodega y sus vinos; la vida de quienes cuidan los viñedos, vendimian y vinifican; el pasado y el presente de los pueblos volcados en su producción; la red de establecimientos que difunden el conocimiento sobre los buenos vinos -restaurantes, hoteles, museos, enotecasà-, o la huella que la vitivinicultura ha dejado en claustros románicos, en bodegas decimonónicas de dimensiones catedralicias o en las portentosas construcciones diseñadas por arquitectos de vanguardia. Y si el vino ha influido en las vidas de sucesivas generaciones desde que los romanos plantaran las primeras cepas, lo mismo puede afirmarse de los paisajes, redibujados por la geometría de los viñedos y, al mismo tiempo, respetados en su esencia, pues de ella proviene el temperamento de cada vino. El buen humor, la camaradería, la comunicación y la cordialidad que brotan alrededor de una copa de vino son otro aliciente para adentrarse en esta singular cultura. Y esta guía quiere servir a tan honorable propósito: disfrutar, y vivir, la España del vino.