El experimento de un hombre que se encarna en un lamentable personaje y no lo sabe, porque no sabe nada.Con la alegría que inspira lo nuevo y la gentil inocencia de todo principiante, el protagonista de esta novela acepta participar en un experimento científico, absolutamente novedoso, que le permitirá encarnarse sin peligro en otra persona: ocupar el lugar de su alma, tomar decisiones por ella; en definitiva, ser otro.No hay nada que pueda salir mal pero enseguida se producen dos circunstancias que le arrebatan la alegría y la inocencia. Primero, se corta la comunicación con Marcel, el omnímodo gobernante del experimento, responsable de dirigir sus acciones y de prevenirle ante los peligros que puedan surgir. En segundo término, nuestro viajero experimental, ya a la deriva y sin posible retorno a su ser anterior, empieza a atisbar que la persona en la que se ha encarnado lleva una vida desastrosa: se trata, sospecha él, de un criminal que justo se dispone a dar un nuevo golpe.Los desesperados intentos del viajero por comunicarse de nuevo con Marcel producen toda una lírica sobre la calidad del silencio, que es lo que da sentido al título de esta novela, y nos hará plantearnos con quién hablamos cuando hablamos solos. Su necesidad de corregir desde dentro el nefasto comportamiento del personaje en quien se ha encarnado, generará una cantidad de situaciones tan atrozmente ridículas que logran convertir este relato, saturado de acidez e ironía, en una auténtica fiesta del humor inteligente.«Yo creo que esta novela les habría hecho reír a carcajadas a Chesterton, a Saki y a Wodehouse, a quienes siempre imagino, no sé por qué, sentados en sillones de cuero verde». Pablo Gonz