Personajes ciertamente quijotescos (Sancho, el cura, el bachiller Sansón Carrasco, el ventero, etc.) y otros tan apócrifos como estos Diálogos que ahora damos a conocer (académicos, frailes, arciprestes, maeses, obispos, hombres de leyes, bachilleres, cronistas de Indias o censores de libros) se aúnan y enzarzan en cincuenta y dos coloquios. En estos se platica de historias tan distintas que van de la elaboración y exposición de discursos (la posición y mirada de los oradores, la organización de tales discursos, los silencios, las muletillas, los mecanismos para la propiciación del aplauso, etc.) a historias que tratan del estado del idioma en ese momento (la dignificación de nuestra lengua frente al latín, los vocablos llegados en el siglo XVI o el nuevo nombre dado a nuestro idioma). Se dialoga, asimismo, acerca de las destrezas propias del discurso político que ha de conocer un gobernador, pues Sancho pronto lo sería (las formas de cortesía, el lenguaje vago, redundante y atenuado, la necesidad de respetar los turnos de habla, etc.). Igualmente, se conversa sobre los frailes que hacen publicidad de sus monasterios por los caminos, de las dichas y taras de los libros de caballerías o de algunos aspectos léxicos (buen día/buenos días, medias calzas/calzas enteras, decenio/década)