Probablemente
nada existe fuera de la habitación
en la que la mujer le lee al niño
mientras le acaricia la cabeza;
poco a poco el niño se convierte
en el blanco cordero del cuento,
cómodo en la seguridad
de los olores familiares,
la suave lana de pelo largo,
la pulsera de oro y amatista
que abre y cierra en torno
a la delgada muñeca
una y otra vez.
"Probablemente" de Guillermo López Gallego.