"El autor de estas páginas cree que, después de haber escrito varios libros 'gordos' y sistemáticos, estas líneas cortas y ocasionales son una especie de canto del gallo o de penitencia pública. Pero también de salud recobrada. Antaño tuve miedo de estos géneros literarios, como el mito, o la carta, o la parábola..., porque me parecían enormemente ambiguos y susceptibles de varias lecturas. Y esto mismo ocurrirá, seguramente, con casi todas las páginas que siguen. Sólo que ahora he aprendido -a veces en carne propia- que los grandes escritos escolásticos, precisos, razonados, sistemáticos y científicos, tampoco están exentos de esa misma ambigüedad y esa misma pluralidad de posibles lecturas. He aprendido que, como dice Adorno, 'al pensamiento que intenta eliminar la contradicción le amenaza la falsedad por ambos lados'. Y por eso, para un cristiano, la Palabra no puede hacerse mero discurso: sólo puede hacerse carne, aunque muera en el intento. Y esto quita lo que parecía justificación definitiva a todas las filosofías exactas y totalizadoras: pues, en el fondo, tampoco ellas pasan de ser 'parábolas' y 'cartas'. Por eso, y en cuanto a las páginas que siguen (nacidas todas ellas de algunas efemérides concreta), ¿qué hacer si cada cual las entiende de manera distinta? ¿Si a algunos les parecen demasiado reaccionarias, o demasiado subversivas, o demasiado crueles, o demasiado ingenuas? Nada. Simplemente, esperar. Pedir que se vuelvan a leer dentro de un tiempo, porque entonces quizá parezcan otra cosa. Como le parecieron muchas parábolas de Jesús a la Iglesia luego de muerto el Maestro."