Desde las praderas y mares y desiertos de América, tan presentes en Manos Kelly, a los bosques milenarios de la Castilla medieval que pueden admirarse en El Cid, los maravillosos paisajes dibujados por Palacios no tienen nada que envidiar a los del mismísimo Hal Foster. Los que hemos deambulado gozosamente por esas geografías imaginarias (y, al mismo tiempo, tan reales) agradecemos que fueran concebidas para nuestro solaz y deleite. No hay que olvidar -lo dice Próspero en The Tempest- que los hombres estamos hechos de la misma materia con la que se tejen los sueños.