Santiago Fonseca Celada es un irredento solitario que nunca se ha sentido solo. Desde pequeño su afición era la fuga, tenía prisa por quemar el tiempo y, ya de joven, el viaje era una pasión que le llevaba a desaparecer largas temporadas en busca de algo que nunca alcanzó a definir ni a saber.
Ingresado en una fundación para enfermos a los que la medicina ya es solo un tratamiento paliativo, recibe la visita de su hermano que viene, como en otras ocasiones, a pasar unos días con él. En esas largas conversaciones nos ofrecen una tierna y descarnada radiografía familiar donde algunas figuras, como la del abuelo Tomás o la de los padres, por sí solas constituirían una memorable nouvelle.
Infancia, inolvidables juegos juveniles en el pueblo, viajes y primeras errancias? Así como la vida de Paco, inmigrante andaluz amigo del protagonista, con una historia a sus espaldas también novelesca. La recepción de la inmigración en la Barcelona de los años 40 y 50 con sus injusticias, su barraquismo y sus miserias.
Esta novela de un perdedor es también un relato de encuentros y despedidas y, asimismo, un repaso de querencias y amores que alientan esas vidas.