Playas bordeadas de palmeras, comida enchilada, selvas vaporosas, ciudades populosas, fuegos artificiales y Frida: México evoca vívidos sueños y la realidad no decepciona, pero la gente del país es lo que al final atrapa más al visitante. Esta población tan diversa, desde los hipsters de Ciudad de México hasta los tímidos indígenas de las aldeas de Chiapas, es conocida por su devoción al color y la fiesta, pero también es un pueblo filosófico, que valora más la simpatía que los horarios. Los mexicanos son corteses, normalmente encantadores y muy hospitalarios. Pueden sentirse descontentos con sus gobernantes, pero están muy orgullosos de su país, de su patria única a la vez que dispar, de sus entresijos familiares, de sus ciudades hermosas y feas a un tiempo, de sus tradiciones ancestrales y de sus licores de agave.
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