Introducción de Alberto Cardín.
Grabados extraídos de la edición Imprenta del Guardia Nacional, Barcelona 1839.
Poco conocidas dentro del conjunto de la obra de Valera, estas cartas forman un conjunto coherente, tanto en lo temporal como en lo espacial, que las convierte en el más interesante epistolario de viaje del siglo XIX español, por encima incluso de las Cartas Finlandesas de Ganivet, mucho menos vivas, personales y penetrantes. Epistolista por necesidad, debido a sus múltiples cargos diplomáticos, pero aficionado también al género epistolar por puro gusto literario, Valera ha dejado un cuantioso legado de cartas personales, de las que las escritas desde Norteamérica y Bruselas (Cartas Íntimas, 1853-1897, Ed. Taurus) son quizás las más conocidas.
Las Cartas desde Rusia tienen, sin embargo, un carácter bien distinto: su gracia literaria, su chispeante criticismo, y sus perspicaces observaciones sobre personas y paisajes no pasaron desapercibidos a su superior diplomático y circunstancial corresponsal, D. Leopoldo Augusto de Cueto, que tuvo la tentación de publicar algunas en los periódicos, convirtiéndolas -sin pretenderlo Valera- en verdaderos y muy celebrados reportajes. Las Cartas desde Rusia de Valera forman así, junto con las Cartas de Ganivet y el Diario de un testigo de la Guerra de África, de Alarcón, lo mejor de la escasa literatura de viajes española del siglo XIX.