El sueño de África, la pesadilla de Europa
MAKOKO es la breve historia de Elf, un muchacho criado en un suburbio de Lagos (Nigeria) que huye de la miseria y la violencia de su entorno en busca de una vida mejor.
La existencia de Elf es una odisea desde el mismo día de su nacimiento, abandonado por su madre adolescente y acogido por una viuda en Makoko. Los primeros años de su vida transcurren en un barrio edificado sobre una ciénaga, gobernado por la mafia local y maltratado por unas instituciones corruptas. Las circunstancias obligarán al muchacho a emprender un viaje sin retorno.
El relato está construido como una odisea épica, salpicada de elementos propios de la novela negra, donde los mafiosos, la policía, los traficantes de seres humanos y la violencia institucional proporcionan a la historia un carácter distinto que la separa de lo que a priori podría parecer una novela de aventuras.
Durante la narración se hacen pequeños saltos en el espacio, en los que además del propio viaje a través de África, se vuelve a Makoko y se relatan acontecimientos acaecidos en el suburbio, especialmente la lucha entre el Ayuntamiento de Lagos y las cuadrillas de vigilantes que gobiernan el barrio a través de un régimen de terror.
Las tribulaciones sufridas por Elf, protagonista absoluto de la novela, nos sirven de excusa para retratar, o al menos apuntar, algunos de los muchos sufrimientos padecidos por los miles de personas que cada día luchan por alcanzar Europa.
En la novela no se deja lugar a la esperanza, ni tampoco tiene moralina. Intenta relatar, con la dosis necesaria de crudeza y violencia, algo que algún día quedará escrito en la historia negra de la humanidad, como lo fue la Inquisición, la esclavitud o el nazismo.
Mientras esto ocurre, nosotros disfrutamos en nuestro sillón frente al televisor de la mejor liga del mundo. Y nos fastidia que, al descanso del partido, nos hablen de no sé cuántos negros han encontrado hoy frente a las costas de Lampedusa o perturben nuestra siesta con un asalto masivo a la valla de Melilla.
Elf no tuvo esa suerte.