Reconfiguración de la Monarquía Católica.Arte, coleccionismo...
Durante el reinado de Felipe IV, la corte de Madrid se convirtió en uno de los focos artísticos más importantes de la Europa del momento gracias a las iniciativas emprendidas por el monarca para la reforma y decoración de las residencias y patronatos reales o las acometidas por los principales nobles de la corte.
Continuando la tarea de sus antepasados, el soberano logró concluir el Panteón de El Escorial y dotó al real monasterio de obras pictóricas y escultóricas de grandes maestros antiguos y contemporáneos, desde Tintoretto o Rafael a Van Dyck y Bernini. Además de las intervenciones llevadas a cabo en el Real Alcázar, la construcción y decoración del palacio del Buen Retiro fue una de las empresas más brillantes de la época, gracias al trabajo de los principales artistas de la corte y a la red de embajadores, gobernadores y virreyes de la Monarquía que hicieron posible reunir en el edificio una colección emblemática de obras de arte, entre las que destacaban las de los principales pintores hispanos, italianos y flamencos del momento. Gracias a Rubens y a Velázquez, los retratos de corte difundieron la imagen del Monarca y su corte con maestría, conjugando la grandeza, la sobriedad y el decoro de un modo que se mantendría hasta el final de la centuria. A la sombra de Felipe IV, los miembros de su corte también emularon al monarca, buscando para sí obras de grandes artistas de los territorios de la monarquía con las que decorar sus residencias y patronatos, formando importantes colecciones y cultivando nuevos géneros, como el bodegón, que hacen de este reinado una Edad de Oro desde el punto de vista de las artes y el coleccionismo.