Esa fresca sensación que se respira al adentrarnos en un nuevo microclima, hasta entonces desconocido; quizás hayamos llegado al más cálido de los desiertos; sin embargo, percibimos una delicada brisa que recorre todos nuestros sentidos. Aromas apoteósicos despiertan el olfato, sonidos extravagantes revolotean en los tímpanos como un conjunto de mariposas juguetonas; colores y composiciones con formas casi extrañas que se dibujan en el horizonte mientras vamos acercándolas hacia nuestras retinas convirtiéndolas en más familiares; insólitas texturas que van penetrando en nuestro interior al palpar con impaciente curiosidad todo lo que encontramos a cada paso. Así comenzamos los auténticos viajes de placer, como si estuviéramos hechos de millones de antenas desesperadas por captar todas las novedades que sobresalen al llegar a un lugar ínclito o tal vez remoto.