En Escocia las cuatro estaciones de verdad se suceden en un mismo día, y uno siempre puede disfrutar de los mismos paisajes pero con aspectos diferentes: en agosto, el morado de los brezos tiñe las colinas; el otoño regala el color dorado de los bosques autóctonos; en invierno, las montañas se cubren de nieve; y en primavera, un manto de flores tapiza las fértiles tierras de las Hébridas. Como el tiempo es tan imprevisible, hay veces en que las nubes de los días más lluviosos dejan paso, de repente, a los rayos de luz dorada. Pura magia.
Vegeu nova edició