El pensamiento mágico nace incrustado dentro del sentido religioso de todos los tiempos. Es como el gusano de la carcoma que avanza insidiosamente y, para cuando se deja notar, ya ha construido miles de galerías que han vaciado la madera y fragilizado el edificio hasta hacerlo caer. La entera edificación de las iglesias cristianas, su entramado de dogmas, sacramentos, leyes y estructuras está roído por la carcoma de la magia y no tienen futuro. Es estéril y hasta nocivo el esfuerzo institucional por apuntalar el edificio...