De la comparación minuciosa y exhaustiva del texto griego de dos de los códices unciales más antiguos de los evangelios, el Codex Vaticanus y el Codex Bezae Cantabrigiensis, ambos del siglo IV, se evidenció una anomalía en el uso del nombre de Jesús o del pronombre en las diversas secuencias que componen el evangelio de Marcos.
Lo que en un principio podría parecer un simple recurso literario, al comprobarse su uso diferenciado en los numerosos duplicados que se presentan en dicho evangelio, resultó ser la clave para distinguir dos sucesivas redacciones que Marcos habría compuesto, la primera, en el seno de su propia comunidad de Jerosólima (Hch 12,12), y la segunda en Roma o Alejandría, acompañando a Bernabé en la misión (Hch 15,39).
En la primera redacción, por tratarse de un personaje que la mayoría de los miembros de su comunidad habían conocido personalmente, Marcos utiliza el pronombre al referirse a Jesús; en cambio, en territorio pagano, al dirigirse a gente que lo había conocido solamente a través de su predicación, se refiere a él por su nombre.
Además de la primera redacción, que ha resultado ser la mitad aproximadamente del actual evangelio canónico, y de la segunda, una serie de rasgos comunes y distintivos de siete secuencias han permitido identificar la existencia de una tercera redacción. La identificación de esas tres redacciones es de gran importancia para el conocimiento de la formación de los evangelios y de las primeras comunidades.