«Todos son hombres malos. Los hombres malos tienen malos enemigos. Apuesto que a lo mejor todos acaban
muertos.» Para lograr amasar su gran fortuna y sus extensas propiedades, el despiadado Ike King ha impuesto siempre su
propia ley, dejando a su paso un inconfundible rastro de sangre y violencia. Con los años, sus hijos han aprendido muy
bien la lección. Tan bien que ahora ninguno de ellos muestra el menor escrúpulo para quitar de en medio a todas
aquellas personas que se interpongan en su camino, incluso si se trata de miembros de su propia familia.