En la Asturias del siglo XVI, los años de hambre eran frecuentes. Para paliarla, el Ayuntamiento de Oviedo fundó la panera, que compraba escanda en la región, importaba grano de Castilla y de Andalucía, y negociaba con los comerciantes extranjeros que atracaban en los puertos del Principado. De este modo, el pósito podía intervenir de manera cotidiana en el mercado de grano y en el abastecimiento de pan cocido, aunque la institución mostró su verdadera valía luchando contra las crisis de subsistencias de 1572-1576 y 1597-1599, dos grandes hambrunas que pusieron en serio peligro la supervivencia de la población asturiana. Como contrapartida, los vecinos de la ciudad de Oviedo y de su concejo tenían que aceptar repartimientos obligatorios de grano cuando los almacenes de la panera estaban repletos de cereales que, por su alto precio o su mal estado, no se podían despachar. Por otro lado, los fondos del pósito también se emplearon en otras muchas parcelas de la vida municipal, dando respuesta a las crecientes necesidades de la sociedad ovetense, una sociedad en claro desarrollo en los inicios de la Edad Moderna.